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Todo empieza por algo.
Hay un árbol que siempre ha estado unido a la historia de los pueblos: el olmo (cuyo nombre científico es "Ulmus minor" y que por estos lares los paisanos llaman también álamo negro). En la mayoría de nuestros pueblos había un gran ejemplar ubicado en un lugar destacado (la olma): frente a la iglesia, en el centro de la plaza… Eran árboles importantes para los vecinos y parte de la idiosincrasia de los pueblos. Pero estos olmos empezaron a enfermar y en muchos casos a morir, y la población llegó a verse diezmada. El culpable era un hongo de nombre "Ophiostoma novo-ulmi" (comúnmente “grafiosis”, que colmata los vasos impidiendo que circule la savia), ayudado a la hora de contagiar nuevos pies por insectos del género Scolytus. Las olmas, que se habían convertido en testigo vivo de nuestra historia, desaparecían sin remedio.
Empezamos a valorar qué podíamos hacer, qué opciones había… y nos cruzamos con la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de Madrid, donde un equipo de investigación -con el profesor Luis Gil a la cabeza- había encontrado, tras años de trabajo, una solución: pies de Ulmus minor resistentes a la grafiosis.
En una de las reuniones de CERCA, descubrimos que el Ayuntamiento estaba trabajando en la misma línea y decidimos colaborar juntos. De ahí surgió la primera plantación de Ulmus minor. El Ayuntamiento contaba con 15 pies (árboles) que había comprado y nos solicitó que evaluáramos dónde se debía hacer la plantación, teniendo en cuenta la especie, su ecología, la polinización cruzada,… Y lo hicimos.
Por el camino nos dimos cuenta de que ese proyecto podía dar lugar a muchos más si juntábamos las piezas. Podíamos facilitar el trabajo del Ayuntamiento haciendo una parte del mismo, que hasta ahora se externaliza y cuesta dinero. A su vez, podíamos contar con su ayuda para las labores de plantación y riego, y agilizar su trabajo con el seguimiento de las plantaciones localizando las necesidades que puedan surgir y comunicándoselas. Por otro lado, la relación con la E.T.S.I. Montes abría las puertas para conseguir más Ulmus minor resistentes, y al equipo de investigación de esta universidad les vamos a ser útiles para hacer el seguimiento.
Puede parecer que con esto estaría todo, pero no… Faltaba el sentido. Ser bosque no es tenerlo.
Faltaba la pieza fundamental que cerrara el círculo: personas. “Ser bosque” será una oportunidad para disfrutarlo, para poner nombre a los árboles, para preguntar, para cuidarlos, para aprender… Será una excusa para andar juntos por caminos e imaginar qué es lo siguiente que vamos a hacer. Será fácil.